Existe la idea de creer que los talentosos llegan a la cumbre del éxito porque están tocados por la varita mágica del talento innato y lo que hacen les «sale fácil», y en cambio, aquellos que son luchadores, sacrificados y que ponen empeño deben hacerlo porque sus limitaciones los obligan. Analizando esto, surgen algunas preguntas en el pensamiento colectivo: ¿Qué atletas son productos del esfuerzo y cuáles, de sus condiciones naturales? ¿Por qué algunos deportistas, artistas, o determinadas personas tienen éxito y otras no? ¿Por qué algunos se destacan del resto? ¿El Olimpo está reservado sólo para una élite de dotados por naturaleza?. La siguiente teoría nos da una explicación más acertada a todas las preguntas que nos pueden surgir cuándo apreciamos el talento de «algunos elegidos».
La Teoría de las 10.000 horas
Hay un análisis en base a estos argumentos, que incluyen a personalidades como Roger Federer, y que mezcla con Mozart, Bill Gates, los Beatles y Tiger Woods. Todos ellos han sido mostrados como ejemplo de la Teoría de las 10.000 horas (la regla también es conocida como la Regla de los diez años), que desarrolla el ensayista norteamericano Malcolm Gladwell en su libro «Fueras de serie»: Por qué unas personas tienen éxito y otras no. Gladwell expande una tesis de los años noventa, que le pertenece al psicólogo alemán K. Anders Ericsson, que buscó comprobar que los talentos innatos son relativos y que, en realidad, los genios son producto de una enorme cantidad de tiempo dedicado al perfeccionamiento de su actividad. Si los que no tienen condiciones naturales deben practicar y entrenarse mucho, los talentosos e indiscutibles son así porque se esfuerzan aún más. Entonces como adelanto, podríamos decir que el éxito no depende sólo de la genialidad o el talento natural de los individuos, no existen ventajas ni atajos; es más una cuestión de carácter, disciplina, pasión y perseverancia. El éxito no ocurre “de la noche a la mañana”, es una historia que toma tiempo y que depende de mantener enfocada la atención en un objetivo claro, adquirir nuevas habilidades y crecer constantemente.
Enfocándonos en la teoría, Ericsson cuenta que Mozart ya componía a los cuatro años de edad, pero que sus obras más brillantes, según los críticos, recién aparecieron cuando había pasado los veinte años. La Teoría de las 10.000 horas señala que, en aproximadamente diez años, los talentosos arriban a un nivel de dedicación que son clave para hacer explotar su creatividad.
Los Beatles tuvieron su carga horaria determinante cuando tocaban en los burdeles de Hamburgo. Viajaron cinco veces desde Liverpool entre 1960 y 1962. Tocaban los siete días de la semana en sesiones que duraban hasta catorce horas por día. Vivían y dormían detrás de una pantalla de cine del lugar, si es que a eso se le puede llamar vivir y dormir. Para cuando habían terminado de actuar en Hamburgo, ya habían tocado alrededor de 270 noches, y para cuando tuvieron su primer éxito en 1964, ya registraban 1200 actuaciones en vivo. Una cifra que hoy ninguna banda alcanzaría en toda una vida. Obligados a entretener con su música en esas sesiones maratónicas, debían manejar un repertorio musical variado, que terminó enriqueciendo sus propias composiciones. Quienes deseen tener una buena muestra de aquellos Beatles, la película Backbeat refleja con mucho acierto cómo eran los músicos en sus trajinados días de Hamburgo.
Estrellas como Roger Federer, Tiger Woods y Michael Jordan, para el momento en que se rompen las estructuras del deporte que practican, llegan con más de 10.000 horas de entrenamiento y dedicación sin desmayo. En ese tiempo, van cocinando todo lo que se precisa para tener éxito. Se caen, se levantan, aprenden a tolerar la frustración y luego ven que los resultados llegan y que ganar es hermoso. La excepción que analiza Ericsson en su trabajo fue Bobby Fischer, que llegó a campeón mundial de ajedrez tras nueve años, uno menos que el resto de los genios analizados. Pensamos por un segundo en Diego Maradona: la explosión de su talento fue a los 16 años, pero recién a los 25, en el Mundial de México 86, alcanzó su madurez y entregó su mejor obra. Como Mozart.
El libro de Malcolm GladwellLos fueras de serie (Taurus 2009) defiende su teoría poniendo ejemplos de diversas actividades, como hemos visto con anterioridad. Sin embargo, y pese a seguir teniendo muchos defensores, los avances en ciencia genética, sobre todo a principios de este siglo, han puesto en entredicho las bases de esta regla y cada vez son más los expertos que se decantan por la preponderancia del talento innato (no exento de esfuerzo) sobre la práctica pura y dura, y por la especialización más tardía que deje paso a un periodo de exploración durante las etapas de formación.
Los genes tienen un efecto muy significativo en la capacidad atlética de cada persona, deportista, atleta, runner… eso es un hecho y no hay dudas. Un deportista puede pasar meses entrenándose, llevando conductas alimentarias beneficiosamente adecuadas, descansando lo recomendado para su organismo y sufrirá para bajar de las dos horas en un maratón, mientras que otra persona, con la misma preparación y hasta quizás menor, podrá correrlo por debajo de las dos horas, sin esfuerzo alguno. Eso tiene que ver principalmente con los genes.Los genes determinan cuánto crecemos, cuál será el color de nuestra piel, cuál será nuestra respuesta al entrenamiento, nuestro sexo por ejemplo. Está claro que la genética incide en como corre la gente y ciertamente está presente en nuestras acciones de todos los días.
Cuándo hablamos de genes nos referimos a fragmentos de ADN (ácido desoxirribonucleico), que están en los cromosomas. Tienen la información para la síntesis de proteínas, que son las encargadas de realizar las funciones en el cuerpo. Se estima que entre 20.000 y 25.000 genes conforman el genoma humano y la composición genética es muy similar entre los seres humanos y otras especies, como el mono, el ratón y la vaca. En realidad, el genoma es un 99% igual entre dos personas; un dato sorprendente si tenemos en cuenta las características físicas, espirituales y culturales que tenemos todos los seres humanos. Estas secuencias de ADN (los genes), son responsables, en parte, de algunos comportamientos o acciones como la felicidad, la infidelidad y en el ámbito deportivo: la resistencia, la capacidad pulmonar, la velocidad… y es uno de los motivos por el cual Usain Bolt es el atleta más veloz del mundo y de la historia.
Conocer la composición genética de cada uno tiene un gran beneficio: nos permite conocernos exteriormente y fundamentalmente, internamente a nivel molecular para tomar decisiones en nuestras vidas, con el objetivo de vivir mejor, más saludablemente, tratando siempre de acercarnos lo más que podamos a nuestros marcadores genéticos, y los de nuestra especie, para estar saludablemente mejor.También es necesario saber, que los genes no nos definen. Hay factores ambientales que influyen, como la felicidad, la alimentación, la actividad física, hábitos saludables como no fumar, el desarrollo de la espiritualidad y la meditación, entre tantos otros factores que son de gran importancia e influencia para que cada persona, deportista, atleta, runner, sea única, especia y pueda gozar de una vida saludable.
Este post no terminó, próximamente continúa en: ¿Los atletas nacen o se hacen?
Enmascarado ¡él!, en el momento en que Maradona tomó el balón y comenzó a gambetear ingleses con su talentosa zurda. El país enmudeció por completo hasta el instante en que la pelota entró suave a la profundidad de la red y millones de gargantas estallaron en un desahogado grito de gol, jamás tan bien representado en la voz de Víctor Hugo Morales, quién con su relato terminó de enmarcar la mejor obra de arte, jamás antes vista en la historia de los mundiales. Todavía pienso y no tengo dudas en que Diego ese día estuvo bajo la influencia de un ser superior. Dios hilvanó cada uno de los movimientos del Diez para que sean perfectamente perfectos, indescifrables para cualquier persona terrenal que hubiese querido boicotear sus intenciones. Aquél 22 de junio de 1986, hace 29 años, ¡él! ¡Dios!, jugó de nuestro lado, del lado argentino. Se canzó los botines, se vistió de celeste y blanco.
Claramente, ese partido, esa jugada, ese gol, ese mundial, representó mucho más que un triunfo, una copa y una bella obra de arte. Aquel momento en que Diego durmió el mundo redondo a sus pies, fue la culminación de un día glorioso para todo el pueblo argentino. En un país que hacia cuatro años había perdido la Guerra de Malvinas, aún con la herida abierta, el partido se tomó como una revancha, que se combatió en el terreno del deporte. Esta vez Dios puso la mano del lado argentino, burlándose del Pitara y sin conformarse con ello, inmortalizó con movimientos propios de un extraterrestre, la zurda de una persona de carne y hueso, terrenal, como Diego Armando Maradona. ¡Gracias Diego! ¡Gracias Dios!
Pueblo argentino, ya en democracia y sin más guerras en el horizonte, disfrutemos y abracémonos a la bandera; gritemos fuerte,después de 29 años, los goles de Diego en el 86´, que Dios esa vez y frente a los ingleses, estuvo de nuestro lado dándonos una mano. Maradona, habilidoso petacón, que dormiste el mundo en tu zurda y le metiste de burla un caño al traidor. Les Bailaste bajito, ¡les enseñaste a los Ingleses de pasiones y de paz!. Aquel 22 de junio de 1986, las heridas producidas por la Guerra de Malvinas, las cosimos con el hilo del deporte.
Un día como hoy, hace 29 años, Diego Armando Maradona hizo historia en el fútbol mundial realizando dos jugadas inmortalizadas como la “Mano de Dios” y el “Gol del Siglo”. 🙂 ¡Felices 29 años Argentina! 🙂
El 20 de junio se conmemora en Argentina el día de la bandera en homenaje a su creador, Manuel Belgrano, que murió en este mismo día pero en el año 1820. Por eso es que el mismo día de su muerte es el día de la bandera. Para resumir a uno de los próceres de la historia de nuestro país, sin profundizar demasiado, Belgrano, fue uno de los más notables economistas argentinos, precursor del periodismo nacional, impulsor de la educación popular, la industria nacional y la justicia social entre otras muchas cosas. El conocido creador de la insignia patria, izó la bandera de la honestidad, la coherencia, la humildad y de la dignidad.
Ahora bien… Además de la importancia que el símbolo patrio adquiere entre nosotros más allá de los festejos deportivos y las declaraciones patrióticas de ocasión, quiero compartir con ustedes, un texto que es muy especial para mí. La siguiente crónica-entrevista es para recordar a nuestros queridos compatriotas argentinos Héroes de Malvinas que dieron su vida por la bandera y por la patria; lejos de ser reconocidos fueron víctimas del fenómeno de desmalvinización pos guerra, donde quedaron silenciados por la dictadura, generando apenas llegados al continente un vacío social que siguió aún en democracia por muchos años más.
Por eso: ¡Feliz día para todos mis compatriotas! Y más aún a los Héroes de Malvinas que siguen luchando cada día, haciendo hincapié en la memoria, sin bajar los brazos y que muchos de ellos, como Gustavo Bellido y Marcelo Vallejo, hilvanaron su vida junto al deporte. ¡Gracias por defender la bandera!
¡No dejen de leer la increíble historia de Gustavo Bellido!
Amor por la patria, la vida y el deporte
Gustavo Bellido con tan solo 19 años combatió en Malvinas, donde conoció el infierno en vida. Fue adicto a la cocaína y pudo sobreponerse a la adicción gracias al deporte. Recuerda momentos del pasado pero prefiere el hoy y no el ayer. Nombra a Marcelo Vallejo, como otro Veterano que superó las drogas y hoy es un triatlonista muy reconocido “Así que imagínate si no es importante esto de hacer enfoque en la cuestión deportiva”, concluye Gustavo.
Gustavo Bellido lleva una medalla de las Islas Malvinas colgando de su cuello. Tanto él como todos los Veteranos de Guerra conocieron el infierno en vida. Sin embargo y más allá de todo, Gustavo es una de esas personas que enaltecen la vida. Él y la agrupación Veteranos de Malvinas Unidos de Merlo, a la que pertenece, destacan una diferencia que los distingue ante otros grupos, y es que ellos no se quedaron en el 82’, sino que han decidido apostarle a la vida, a pesar de venir del infierno. “Nosotros proponemos el camino inverso, no hablar de la muerte. Es decir: aunque no nos olvidamos de lo que pasamos y también lo contamos si nos preguntan, nosotros nos quedamos en el hoy y no en el ayer. Y en el presente tenemos una vida tan rica, tan poblada de anécdotas de vida, que preferimos pensar y disfrutar de eso”, cuenta Gustavo, manifestando sus convicciónes ante la vida.
Gustavo no es un deportista profesional, aunque actúa como tal. Mantiene la competitividad a flor de piel y unas infinitas ganas por superar sus metas deportivas que lo vuelven todo un obsesionado de su preparación física. Practica tenis, fútbol once, ciclismo, vóley, postas, salto triple, gimnasia y actividad deportiva que se le cruza. Pero su empuje, ganas y fanatismo no terminan ahí, es compartido por el grupo que integra. “Este año gané cinco medallas, competí en cinco deportes y en todos pude lograr estar entre los primeros tres puestos de las Olimpiadas que se llevaron a cabo en la provincia de Chaco. Nuestro grupo de Veteranos fue la delegación que más medallas se llevó en Chaco”, comenta con orgullo El Flaco, como lo llaman sus compañeros de grupo, con los que se reúne todos los jueves sin excepción.
“Ningún ser humano está preparado para vivir una guerra”, reflexiona Gustavo Bellido acerca de aquel hecho traumatizante que marcó su vida para siempre. “Me sacaron de una trinchera con las piernas congeladas y me llevaron al Hospital Militar de Comodoro Rivadavia, ahí me trataban como a un héroe, en el Sur estaban muy comprometidos con la causa Malvinas. Me venían a visitar, me traían comida, regalos, la solidaridad fue absoluta”, recuerda. En contraposición, afirma que se encontró con otra realidad cuando pisó Buenos Aires. “Me largaron sin un peso en Campo de Mayo y de ahí tuve que volverme en colectivo hasta mi casa en Marcos Paz. Hubo colectiveros que no me quisieron llevar, hasta que uno, luego de explicarle que venía de combatir en Malvinas me dijo: y yo qué culpa tengo, -y haciéndome un gesto con la mano, continuó- pasá, pasá”.
Inmediatamente después de recordar uno de los momentos que más lo marco en su vida, destaca que justamente es un buen ejemplo de vida y está buenísimo poder contar historias como las de Marcelo Vallejo -a quien nombra durante la charla, como uno de los casos más conocidos entre los Veteranos, que pudo sobreponerse a las adicciones gracias al deporte-. Gustavo relata de manera pausada y con gran convicción que la historia de Marcelo era una de esas historias que terminaban seguramente en suicidio o en un suicidio solapado. En palabras del entrevistado, los Veteranos de Malvinas tienen como población específica conductas muy autodestructivas y él tenía una de esas típicas conductas. “En la población de Veteranos tenemos cientos de personas como Marcelo que, como estaba encaminado, iba a terminar igual. No iba a quedar en las estadísticas como suicidio hecho y derecho pero iba a ser producto de esa conducta”.
“Después de mucho tiempo, me lo encontré en las Olimpiadas de Veteranos de Mar del Plata, hace cuatro años. No lo podía creer, fue una emoción terrible al verlo totalmente recuperado y convertido en todo un triatlonista profesional”, cuenta emocionado el momento en que se reencontró con su amigo Marcelo Vallejo. El Flaco, que trabaja en el área de salud mental de los Veteranos de Malvinas, junto a Luis Braschi, otro Veterano, habían sido quienes ayudaron a superar esa batalla cotidiana que tenía Marcelo con las adicciones al alcohol y la cocaína. “Íbamos y lo rescatábamos de lugares oscuros, muchas veces pusimos nuestra vida en riesgo. Hasta que quedó internado en Campo de Mayo y después de ahí no lo volví a ver, hasta las Olimpiadas de Mar del plata”, recuerda.
Ahora Marcelo Vallejo es un triatlonista profesional, sponsoreado y muy reconocido a nivel nacional y sudamericano en la categoría de mayores de cincuenta años. “Así que imagínate si no es importante esto de hacer enfoque en la cuestión deportiva. Yo también fui adicto a la cocaína y lo que me rescató a mí de la adicción, al igual que a Marcelo, además de la familia y amigos, fue el deporte.
Los Juegos Olímpicos y Paraolímpicos para Veteranos de Guerra de Malvinas se llevan a cabo una vez por año con la premisa de juntar a todos los Héroes de Malvinas. Significan un encuentro deportivo que tiene que ver con la historia y con la vida de los que defendieron la patria y quienes hilvanaron su vida junto al deporte. Desde que se realizan estos juegos en el 99’, se ha logrado disminuir en un 90% los suicidios pos guerra, siendo estos uno de los grandes flagelos de los excombatientes. Los más de 1400 Veteranos de todo el país que compiten por su medalla en las distintas disciplinas como: fútbol 11 y 5, natación, ciclismo, canotaje, voley, básquet, tiro, tiro con arco, tenis, tenis de mesa, atletismo, bochas, ajedrez, damas, truco, pesas, cultura, pool, bowling, paddle y tejo, coinciden mutuamente en que fueron víctimas del fenómeno de desmalvinizacion, donde fueron silenciados por la dictadura, generando apenas llegados al continente un vacío social que siguió aún en democracia por muchos años más. Aquello por lo que los Veteranos siguen luchando cada día, para revertirlo, haciendo hincapié en la memoria.
Con la aparición de equipos formados por jugadores argentinos, mayoritariamente hijos de inmigrantes, surgió una manera diferente de practicar el deporte en nuestro país, que con el paso de los años, fue floreciendo hasta tomar un carácter único y distintorio en cada rincón, en cada ciudad, en cada pueblo de nuestra región celeste y blanca.
El Potrero es el símbolo he identidad de grandes jugadores argentinos. Un lugar que añoramos con el paso del tiempo, que nos identifica y que grafica la esencia y la historia del fútbol criollo argentino surgido en las primeras décadas del siglo XX. El Potrero es un pedazo de terreno baldío de barrio conocido también como campito, canchita, entre otros. Un espacio significativo y de identidad para los niños de barrio, que se pasaban el día tirando caños, paredes, rabonas, chilenas, cañonazos, tiros con chanfle, palomitas y otros tantos gestos técnicos del deporte representados dialécticamente por el lunfardo.
El Potrero es entendido para nuestro pueblo como un escenario representativo y de expresión que acompañó al cambio profundo vivido por la sociedad argentina: el deporte que era practicado por los ingleses y la elite, pasó a ser la gran pasión popular de los argentinos, donde «el pibe» desarrolló el juego por excelencia de los argentinos, quienes compensaron la falta de recursos con la imaginación y la creatividad. El Potrero representa un territorio de diversión, liberación, improvisación, espontaneidad y habilidad individual, donde nació un lugar de encuentro y de participación, de pertenencia y contención social, donde se formó parte del ADN de nuestros fútbolistas argentinos: Alfredo Di Stéfano, Diego Armando Maradona, René Orlando Houseman, Carlos Tevez (entre otros), surgieron y fueron originados en distintos potreros de la república Argentina.
Quienes han tenido el placer de haber jugado a la pelota en un potrero, un pedazo de terreno baldío de barrio, un campito o una canchita y han llegado hasta este momento de la lectura, les propongo un ejercicio muy simple y que les será muy gratificante: cierren sus ojos e imagínense ustedes, en ese espacio de diversión, gratuito, sin luz artificial, donde se juega hasta que el sol se esconde y la pelota no se ve; Donde no se necesitaba más que un poco de tierra, algo de pasto y algunos elementos como troncos, palos o lo que estaba al alcance para formar los arcos. ¿Se pudieron ver en ese territorio qué representa diversión, liberación, improvisación y espontaneidad?
El 6 de abril de 1896, más de 50 mil espectadores tuvieron el placer de presenciar el renacer de las Olimpíadas. El rey Jorge I de Grecia fue quién decretó y le dio vida a la fiesta atlética más importante de todos los tiempos. Por falta de fondos, estuvieron a punto de disputarse en Budapest, pero un adinerado comerciante griego, George Averoff, aportó el dinero necesario para que el estadio Panathinaiko sea el escenario elegido para reunir a más de cien atletas y miles de espectadores fervorosos.
Después de muchos siglos sin gloria, los Juegos renacieron en Atenas gracias al impulso de Pierre de Coubertin y el compromiso de toda una nación griega dispuesta a reavivar el fuego extinto de las Olimpíadas antiguas. A partir de aquí comenzó una nueva historia, la historia de las Olimpíadas modernas que a lo largo de dos semanas, del 6 al 13 de abril de 1986, corredores, tiradores, levantadores de peso, lanzadores, esgrimistas y ciclistas aportaron un mágico espectáculo en cada una de sus actividades y disciplinas, marcando una nueva era para el deporte Olímpico.
En Atenas 1986 se presentaron 176 atletas de doce paises, los cuales actuaron en nueve deportes y 43 disciplinas. Para esta edición se decidió premiar al ganador de cada prueba con una corona confeccionada con ramas de olivo y una medalla de plata. El segundo puesto recibió una presea de bronce y el tercero un diploma.
El primer campeón olímpico fue James Connolly, de Estados Unidos, al ganar el triple salto, el 6 de abril de 1986 y salir segundo en salto en alto y tercero en salto en largo. El estadounidense alcanzó un registro de 13,71 metros. El gimnasta alemán Hermann Weingartner obtuvo la mayor cantidad de medallas: 6 preseas (3 de oro, 2 de plata y 1 de bronce). Mientras que su compatriota Carl Schuhmann sumó 4 medallas doradas, 3 en gimnasia y 1 en lucha grecorromana.
En lanzamiento de disco, el oro fue para Robert Garrett, de los Estados Unidos. El atleta se había entrenado con un disco muy pesado y al llegar la competencia, se percató de que el disco utilizado en los Juegos era más liviano. También ganó en lanzamiento de peso. Otros que se destacaron en el campo atlético, pero con dobletes, fueron los estadounidenses Thomas Burke (100 y 400 metros lisos), Ellery Clark (salto en alto y en largo). También aportó lo suyo el australiano Teddy Flack (800 y 1500 metros en pista).
Francia fue el país que más medallas de oro obtuvo en las competencias de ciclismo. Paul Masson ganó el sprint de 2 km, la carrera de 10 km y el sprint de 333 metros. Mientras que en la piscina, el nadador húngaro Alfred Hajós ganó en los 100 metros y 1.200 metros libres. Para la última carrera, los nadadores fueron llevados en barco hasta la línea de salida y se los dejó solos para que regresaran nadando.Al final de la carrera, Hajós afirmó que más lo impulsó su deseo de sobrevivir que de ganar.
En esgrima se establecieron categorías amateur y maestros. Esta última marcó el primer antecedente de participación de profesionales en los Juegos Olímpicos. No obstante, el gran héroe de los primeros Juegos Olímpicos fue un desconocido corredor local, Spiridon Louis, quien sólo ganó una prueba, claro que esa fue el maratón, el gran he histórico acontecimiento de la olimpíada que tuvo en su cartelera de ofertas, los siguientes deportes: natación, atletismo, ciclismo, esgrima, gimnasia, tiro, tenis, levantamiento de pesas y lucha.
Si bien en estos Juegos no se entregaron medallas de oro, de plata y broce como en la actualidad, se ha organizado el medallero adaptando los primeros, segundos y terceros puestos a la premiación que rige en el presente.
Lo primero que tengo para decirles es que coincido plenamente con Hernán Casciari. Messi es un perro!!!
Mientras me encontraba preparando un nuevo artículo para el blog, se me cruzó por la cabeza un texto del Gordo que viene muy relacionado con el tema que estoy desarrollando, el cual próximamente podrán leer y seguramente sea un tema de discusión y de mucho debate entre todos los amantes de este juego maravillosos que se juega con una pelota, en un campo verde, y que representa uno de los hechos culturales más importantes tanto en Argentina como en muchos otros países del Mundo. Bueno… ya no quiero darles tantas pistas de lo que se viene y prefiero que disfruten de lo que les garantizo, vale la pena leer con atención. «Messi es un perro» se titula el texto donde el autor compara a la estrella del Barça y de la Selección Argentina, con su mascota de la infancia. Pura demostración de talento, genialidad y creatividad.
La respuesta rápida es por mi hija, por mi esposa, porque tengo una familia catalana. Pero si me preguntan en serio por qué sigo acá, en Barcelona, en estas épocas horribles y aburridas, es porque estoy a cuarenta minutos en tren del mejor fútbol de la historia.
Quiero decir: si mi esposa y mi hija decidieran irse a vivir a Argentina ahora mismo, yo me divorciaría y me quedaría acá por lo menos hasta la final de la Champions. Y es que nunca se vio algo parecido adentro de una cancha de fútbol, en ninguna época, y es muy posible que no ocurra más.
Es verdad, estoy escribiendo en caliente. Redacto esto la misma semana en que Messi hizo tres para Argentina, cinco para el Barça en Champions y dos para el Barça en Liga. Diez goles en tres partidos de tres competiciones diferentes.
La prensa catalana no habla de otra cosa. Durante un rato, la crisis económica no es el tema de inicio en los noticieros. Internet explota. Y en medio de todo esto a mí me acaba de pasar por la cabeza una teoría extraña, muy difícil de explicar. Justamente por eso intentaré escribirla, a ver si termino de darle vuelo.
Todo empezó esta mañana: estoy mirando sin parar goles de Messi en Youtube, lo hago con culpa porque estoy en mitad del cierre de la revista número seis. No debería estar haciendo esto.
De casualidad hago clic en una compilación de fragmentos que no había visto antes. Pienso que es un video más de miles, pero enseguida veo que no. No son goles de Messi, ni sus mejores jugadas, ni sus asistencias. Es un compilado extraño: el video muestra cientos de imágenes -de dos a tres segundos cada una- en las que Messi recibe faltas muy fuertes y no se cae.
No se tira ni se queja. No busca con astucia el tiro libre directo ni el penal. En cada fotograma, él sigue con los ojos en la pelota mientras encuentra equilibrio. Hace esfuerzos inhumanos para que aquello que le hicieron no sea falta, ni sea tampoco amarilla para el defensor contrario.
Son muchísimos pedacitos de patadas feroces, de obstrucciones, de pisotones y trampas, de zancadillas y agarrones traicioneros; nunca las había visto a todas juntas. Él va con la pelota y recibe un guadañazo en la tibia, pero sigue. Le pegan en los talones: trastabilla y sigue. Lo agarran de la camiseta: se revuelve, zafa, y sigue.
Me quedé, de repente, atónito, porque algo me resultaba familiar en esas imágenes. Puse cada fragmento en cámara lenta y entendí que los ojos de Messi están siempre concentrados en la pelota, pero no en el fútbol ni en el contexto.
El fútbol actual tiene una reglamentación muy clara por la que, muchas veces, caer al suelo es asegurar un penal, o conseguir que se amoneste al zaguero contrario es propicio para futuros contragolpes. En estos fragmentos, Messi parece no entender nada sobre el fútbol ni sobre la oportunidad.
Se lo ve como en trance, hipnotizado; solamente desea la pelota dentro del arco contrario, no le importa el deporte ni el resultado ni la legislación. Hay que mirarle bien los ojos para comprender esto: los pone estrábicos, como si le costara leer un subtítulo; enfoca el balón y no lo pierde de vista ni aunque lo apuñalen.
¿Dónde había visto yo esa mirada antes? ¿En quién? Me resultaba conocido ese gesto de introspección desmedida. Dejé el video en pausa. Hice zoom en sus ojos. Y entonces lo recordé: eran los ojos de Totín cuando perdía la razón por la esponja.
* * *
Yo tenía un perro en la infancia que se llamaba Totín. Nada lo conmovía. No era un perro inteligente. Entraban ladrones y él los miraba llevarse el televisor. Sonaba el timbre y no parecía oírlo. Yo vomitaba y él no venía a lamer.
Sin embargo, cuando alguien (mi madre, mi hermana, yo mismo) agarraba una esponja -una determinada esponja amarilla de lavar los platos- Totín enloquecía. Quería esa esponja más que nada en el mundo, moría por llevarse ese rectángulo amarillo a la cucha. Yo se la mostraba en mi mano derecha y él la enfocaba. Yo la movía de un lado a otro y él nunca dejaba de mirarla. No podía dejar de mirarla.
No importaba a qué velocidad moviera yo la esponja: el cogote de Totín se trasladaba idéntico por el aire. Sus ojos se volvían japoneses, atentos, intelectuales. Como los ojos de Messi, que dejan de ser los de un preadolescente atolondrado y, por una fracción de segundo, se convierten en la mirada escrutadora de Sherlock Holmes.
Descubrí esta tarde, mirando ese video, que Messi es un perro. O un hombre perro. Esa es mi teoría, lamento que hayan llegado hasta acá con mejores expectativas. Messi es el primer perro que juega al fútbol.
Tiene mucho sentido que no comprenda las reglas. Los perros no fingen zancadillas cuando ven venir un Citroën, no se quejan con el árbitro cuando se les escapa un gato por la medianera, no buscan que le saquen doble amarilla al sodero. En los inicios del fútbol los humanos también eran así. Iban detrás de la pelota y nada más: no existían las tarjetas de colores, ni la posición adelantada, ni la suspensión después de cinco amarillas, ni los goles de visitante valían doble. Antes se jugaba como juegan Messi y Totín. Después el fútbol se volvió muy raro.
Ahora mismo, en este tiempo, a todo el mundo parece interesarle más la burocracia del deporte, sus leyes. Después de un partido importante, se habla una semana entera de legislación.
¿Se hizo amonestar Juan exprofeso para saltarse el siguiente partido y jugar el clásico? ¿Fingió realmente Pedro la falta dentro del área? ¿Dejarán jugar a Pancho acogiéndose a la cláusula 208 que indica que Ernesto está jugando el Sub-17? ¿El técnico local mandó a regar demasiado el césped para que los visitantes patinen y se rompan el cráneo? ¿Desaparecieron los recogepelotas cuando el partido se puso dos a uno, y volvieron a aparecer cuando se puso dos a dos? ¿Apelará el club la doble amarilla de Paco en el Tribunal Deportivo?
¿Descontó correctamente el árbitro los minutos que perdió Ricardo por protestar la sanción que recibió Ignacio a causa de la pérdida de tiempo de Luis al hacer el lateral?
No señor. Los perros no escuchan la radio, no leen la prensa deportiva, no entienden si un partido es amistoso e intrascendente o una final de copa. Los perros quieren llevarse siempre la esponja a la cucha, aunque estén muertos de sueño o los estén matando las garrapatas.
Messi es un perro. Bate records de otras épocas porque solo hasta los años cincuenta jugaron al fútbol los hombres perro. Después la FIFA nos invitó a todos a hablar de leyes y de artículos, y nos olvidamos que lo importante era la esponja.
Y entonces un día aparece un chico enfermo. Como en su día un mono enfermo se mantuvo erguido y empezó la historia del hombre. Esta vez ha sido un chico rosarino con capacidades diferentes. Inhabilitado para decir dos frases seguidas, visiblemente antisocial, incapaz de casi todo lo relacionado con la picaresca humana. Pero con un talento asombroso para mantener en su poder algo redondo e inflado y llevarlo hasta un tejido de red al final de una llanura verde.
De Maradona y Cortázar admiramos la rebeldía; de Borges y Messi, la perfección.
Si lo dejaran, no haría otra cosa. Llevar esa esfera blanca a los tres palos todo el tiempo, como Sísifo. Una y otra vez. Guardiola dijo, después de los cinco goles en un solo partido:
-El día que él quiera hará seis.
No fue un elogio, fue la expresión objetiva del síntoma. Lionel Messi es un enfermo. Es una enfermedad rara que me emociona, porque yo amaba a Totín y ahora él es el último hombre perro. Y es por constatar en detalle esa enfermedad, por verla evolucionar cada sábado, que sigo en Barcelona aunque prefiera vivir en otra parte.
Cada vez que subo las escaleras internas del Camp Nou y de pronto veo el fulgor del pasto iluminado, en ese momento que siempre nos recuerda a la infancia, digo lo mismo para mis adentros: hay que tener mucha suerte, Jorge, para que te guste mucho un deporte y te toque ser contemporáneo de su mejor versión, y, trascartón, que la cancha te quede tan cerca.
Disfruto esta doble fortuna. La atesoro, tengo nostalgia del presente cada vez que juega Messi. Soy hincha fanático de este lugar en el mundo y de este tiempo histórico. Porque, me parece a mí, en el Juicio Final estaremos todos los humanos que han sido y seremos, y se formará un corro para hablar de fútbol, y uno dirá: yo estudié en Amsterdam en el 73, otro dirá: yo era arquitecto en São Paulo en el 62, y otro: yo ya era adolescente en Nápoles en el 87, y mi padre dirá: yo viajé a Montevideo en el 67, y uno más atrás: yo escuché el silencio del Maracaná en el 50.
Todos contarán sus batallas con orgullo hasta altas horas. Y cuando ya no quede nadie por hablar, me pondré de pie y diré despacio: yo vivía en Barcelona en los tiempos del hombre perro. Y no volará una mosca. Se hará silencio. Todos los demás bajarán la cabeza. Y aparecerá Dios, vestido de Juicio Final, y señalándome dirá: tú, el gordito, estás salvado. Todos los demás, a las duchas..
El 1° de septiembre de 1933, Carlos Gardel grabó una obra que hasta el día de hoy, me refiero a esta tarde de lunes del 15 de junio del 2015, no ha perdido vigencia, por lo menos para quien les escribe. La obra trata del tango llamado «Mi primer gol» de Horacio Pettorossi,Miguel Bonano y Alejandro Fattorini. Como van a poder apreciar a continuación, se trata de una suerte de declaración de amor a la mujer soñada, empleando metáforas futboleras y varias expresiones lunfardas de nuestro territorio. Luego, en 1968, el tango también fue grabado por la orquesta del pianista, compositor y director de tangos, Osvaldo Pugliese; con voz de Abel Córdoba. Se los dejo para que disfruten de…
«MI PRIMER GOL»
En la cancha de mi vida quise yo tantear mi suerte y me puse los colores de esperanza que soñé; intenté una gambeta, pero con tu gran defensa me parastes (sic) propiamente cuando nada había nada que hacer. No me intimidé por eso y al junarte bien un claro en la valla de tus ojos levanté el tiro final y otra vez que estaba solo el referee de tu viejo justamente cerca de tu arco sonó el silbato de orsay. Si profesional te has hecho de tu amor de prepotencia, no me caches si es que chingo, que soy un pobre amateur. Pero dejá que me asiente a la redonda de tu alma, que voy a firmar contrato el el libro del querer. Cuando mi línea ligera te trabaje de entusiasmo, a fuerza de mucho tino te consiga dominar; y yo al sentir que me alientan los hinchas del sentimiento le costará a tu defensa mi avance desbaratar. Y ya verás cuando entre un fuego al latir del wing izquierdo que, con un centro a mi labia, te acorralé en un rincón; ni el foul de tus intenciones podrá evitar la caída cuando en la red de tus labios te acomode el primer gol. Yo sé que me estás cachando al campanear mi jugada y al ver que me pongo loco shotiando sin dirección yo sé que sin darte cuenta te vas a encontrar mariada, cuando te esté peloteando al arco del corazón. FIN… ( Chan, chan… )
Tanto el tango, como el lunfardo son expresiones muy representativas de nuestra cultura nacional que se popularizaron casi de manera simultanea con el fútbol. Existe un lenguaje futbolero que originalmente se conformó con palabras que derivaban de las escuelas inglesas, instaladas en nuestra tierra. A esas voces, provenientes de los padres del deporte, se le fueron incorporando otras palabras surgidas del ingenio popular de los hinchas. A pesar de la estrecha relación entre el uso del lunfardo y la pasión por el fútbol del hombre común, muy pocas voces propias del fútbol pasaron al habla de los argentinos.
Esas palabras son parte de una suerte de jerga que todos comprendemos porque el fútbol es parte importante de la vida cotidiana de los argentinos
No te detengas de golpe. Comienza a descender el ritmo muy paulatinamente hasta volver a la calma. Estirá cada parte de tu cuerpo.
Comé e hidratate. La primera comida poscarrera, no es necesario que sea excesivamente abundante; pero una dosis de hidratos es muy necesaria y si esos glúcidos provienen de las frutas y las hortalizas mucho mejor. No tardes en comer e hidratarte. Cuanto antes recuperes los depósitos consumidos, antes te sentirás mejor.
Cuidate adecuadamente las heridas que te haya podido ocasionar la carrera. Una herida mal curada puede ser una verdadera tortura para los próximos días de entrenamiento a enfrentar.
Relajá los músculos con una buena ducha de agua caliente. Tu cuerpo te agradecerá este mimo relajador!
Al día siguiente, no corras, caminá. Hacé estiramientos suaves, no te olvides.
Luego de las 48hs o 72hs ya podés volver al ruedo!
Un remanso de tierra, con luz de cualquier cielo.
Un pájaro redondo, para poder jugar.
Dos arcos de madera o de ropa, y un revuelo
de alucinados chicos, que parecen bailar
…
«Fútbol criollo», comenzó a llamarse a esa manera de practicar el deporte en nuestro país. Nacida con la aparición de los equipos formados por jugadores argentinos, mayoritariamente hijos de inmigrantes.
A partir de la adopción y recreación del fútbol llegado desde Inglaterra, sin olvidar que los ingleses fueron quienes inculcaron sus conocimientos futbolisticos a los «jóvenes criollos», nacidos en suelo argentino, del fútbol adquiere un protagonismo impensado por aquellos tiempos y a gran paso toma una particularidad: se transforma en pasión, en la pasión de cada hincha que guarda una fidelidad total y absoluta por el fútbol. Una adopción inmediata de un deporte que se traslada al club de nuestros amores y se unifica el amor, en la selección.
Luego, el fútbol comenzó a crecer de manera incesante como espectáculo, hasta transformarse en un gran negocio, lo que vemos hoy, a lo que no podemos sacarle ni por un momento la mirada de encima.
La historia del fútbol parece un cuento explicado por el maestro: Eduardo Galeano. les dejo dos videos que continuan al anterior…